Si he podido terminar colgado aquí es
porque en mi oficio, el mismo al que traicioné, nunca se debe menospreciar la
fuerza de lo nimio. Si esta primitiva soga puede sostener mi cuerpo es porque
el mayor peso que cargaba ha volado ya de él. Estábamos en el mismo lado, sí,
en el equivocado, y por eso pudo parecer inútil querer traspasar a cuchilladas
el parapeto que en él nos mantenía. Sin embargo, ahora que un frío y aséptico
guante de látex certifica mi liberación definitiva de esta mugrosa celda es
cuando sé que ya he alcanzado el otro lado, ese desde el que sí seré capaz de
escupir en tu conciencia hasta pudrirla.
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