Éter

Estiramos los estigmas de las manos
esperando atrapar en su fondo
mendrugos de éter
llovidos de un cielo
al que siempre encontramos de espaldas.
 
Iluminamos las entrañas de las vías
anhelando cazar en sus rincones
migajas de horizontes
escupidos por un sol
empeñado en agujerear la esperanza.

Cubiertos

Se sentará a comer la lluvia
en la mesa de este otoño
en el que nunca supimos bien
qué cubiertos hay que usar
para comernos el mundo
y nos quedamos con hambre.
 
Querrá despedirse luego
aduciendo una prisa vana
por llegar a otros silencios
que aún han de ser inundados
hasta difuminarse en las orillas
rocosas del arrepentimiento.

Ristras

Tablones con ristras de mesías curtiéndose al sol
frente a muchedumbres volátiles como un péndulo
despeñándose por la ladera de la inmediatez.
 
Carteles anunciando huelgas de silencio
en medio de huracanes autodestructivos
que buscan nuevos ídolos a los que destartalar.
 
Rótulos alumbrando los tortuosos senderos
por los que correr en busca de ciénagas
donde poder nutrirse de la mugre interminable.

Muecas

Muecas que se funden en hogueras
donde todo arde y nadie se calienta
en un fuego que se alimenta
de calculada hipocresía
y vacíos gestos de autocomplacencia.
 
Máscaras hechas de piel invisible
tapando sonrisas huecas
mientras devoran impasibles
desgarrados gritos nacidos
en partos provocados por la asfixia.

Adobe

Solidez invisible
ante los ojos empañados
por el vaho pernicioso de un mundo líquido
evaporado bajo el turbio aliento del egoísmo.
 
Personalidades gigantes
frente a espejos deformados
que lanzan un reflejo vestido de adobe
para ocultar la fortaleza de quien sabe escuchar.

Coro

Entre las tejas que nos protegen del desgaste infinito
se cuelan sibilinas gotas de realidad
hasta crear un moho inconsciente
en el magma que certifica nuestro calor.
 
Las señales de humo escritas con nuestros nombres
se disipan incautas entre nieblas fugaces
hasta dibujar siluetas de bosques malditos
donde se extravían las más férreas voluntades.
 
En la espalda que nunca estuvo tan lejos
se clavan los ruegos silenciados
hasta conformar un coro desafinado
con el que por fin nos atrevemos a gritar la verdad.

Sensatez

La realidad tendida al sol.
Ventanas hambrientas de suicidios.
Silencios que nunca aprendieron a escuchar
los consejos que merodeaban sin dueño
por calles llenas de pasos huérfanos.
 
La libertad se desinfló.
Atardeceres que nunca llevan a nada.
Noches en las que no paran de gotear
remordimientos vestidos con poca urgencia
que siempre pueden esperar a otro mañana.
 
La soledad partida en dos.
Obligaciones buscando refugio.
Charlas buscando tripas que remover
para poder disfrazarse con algo de sentido
con el que al menos aparentar sensatez.

Albañil

Albañil de inercias desbocadas,
construyo piezas para armas silencios
con los que poder pensar al cobijo
de tormentas que aprendieron a encontrarme.
 
Arquitecto de anhelos inseguros,
sustentados en cimientos cimbreantes
donde enterré toneladas de tiempo
caducado ante la falta de premisas.
 
Morador de estrellas fugaces,
secuestradas por miradas imposibles
en las que fui edificando hogares
derrumbados por razones invisibles.

Satén

Muelles que te empujan,
que se clavan en la paciencia,
van trazando gritos rojos
en el satén de la mirada
donde se pasean impunes
pensamientos que acribillan.
 
Alambradas invisibles
te retienen en la cama
mientras bailan en tu espalda
prisas que jamás se duermen,
ni siquiera surte efecto
el cloroformo de la esperanza.

Vocablos

Fluyen los vocablos como notas de la orquesta
que fusiona armonías entre la nostalgia y la sorpresa.
Caen los años de las ramas
de genealogías infinitas
empapadas en el aire
donde flotan las promesas.
 
Danzan los escombros de unos años espontáneos
al saberse necesarios para reconstruir espejismos.
Se asoman los recuerdos pudorosos
a las ventanas donde se refleja el campo
por el que corren descarriadas tantas risas
que es imposible tratar de domarlas.

Escamas

En los estancados manantiales del pasado
florecen fangos de terciopelo
con los que abrigar las tristes noches
en las que la nostalgia duerme al raso.
 
Llegará el temido tiempo de cosechar
escamas trilladas por las dudas
de caminos que se burlaban de nuestra intención
hasta caer ebrios de venganza.
 
Vendrán los precipicios a acunarnos
entre sus rasposos brazos escuálidos
mientras el cielo observará con su habitual desdén
la decrepitud de los sueños momificados.

Búnker

Se amplifican los esfuerzos
desteñidos por las sombras
de influencias perentorias
empeñadas en verter
proclamas incompetentes.
 
Muerde el ruido las esquinas
del búnker de la paciencia
royendo con saña indigna
esos temblorosos muros
que defienden al silencio.

Prepuberal

Datos que se incrustan en la garganta de un tiempo perdido
nos obligan a sonreír en oferta limitada.
Suenan sintonías para atraer a las ratas
que van royendo los cables que nos atan
a la invisible indecisión.
 
Números que bañan la piel de acero lacerante
nos invitan a bailar sobre las cenizas de nada.
Llueven propuestas afiladas sobre aceras diluidas
que van arrastrando los añicos suicidas
de un pasado prepuberal.
 
Costes que van rasgando la carne desalmada
nos empujan a paladear las sobras del vacío.
Vuelan melodías compuestas por frías teclas
que van estallando sin pudor
en nuestros ciegos oídos.

Fango

Las paredes rasgan
los últimos contrapesos que cuelgan de mí.
Siento mi cuerpo caer
sobre un mullido colchón de desgracias.
 
Dejo que vuelen
las últimas opciones de dar luz a mi niebla.
Hundo los pies
en caminos labrados de suave fango.
 
Las noches lanzan
convincentes susurros teñidos de inconsciencia.
Extiendo los brazos
para dejar que se escurran las últimas gotas de cordura.

Precipicio

La modernidad por donde se filtran
las grietas en las que se hunde la ilusión
te espera riendo, se acerca silente
a tatuar su desdicha en el fondo de tu mirar.
 
Cada vez más años colgando
encima de la balanza rota
a la que se aferra la voluntad.
 
Sigues caminando inconsciente
sobre senderos de lava
en los que se evapora la intención.
 
El precipicio que acuna
la última esperanza durmiente
te lanza un último guiño
antes de empaparte de ansiedad.
 
Pasos huérfanos de la brújula
por la que apostaste todo
lo que hacía respirar.
 
El vacío te seduce
al prometerte al oído
una abstracta libertad.

Postre

Cuando los pasos saben distinto, aunque el camino sea el mismo,
es la nostalgia quien ha cocinado el guiso con el que cenar
alrededor de la mesa vacía del pasado, esperando al postre agridulce
que los años hornean al calor de los recuerdos que se desvanecen.
 
Cuando los rostros parecen iguales, pese a que se estén derrumbando,
es el presente envidioso quien juega a vestirse de gemelo de sí mismo
intentando hacernos creer que vivimos en ayeres imposibles
donde la hiel se evaporó tras la tormenta de gozo.

Escaras

Cuando el olvido deja de hacer su parte
y te llena de motivos para buscar el destino en el suelo,
no queda sino batirte en duelo contra los añicos que rasgan tu vida
hasta poder darles la forma de un puente hacia la libertad.
 
Cuando la desidia te borra el paso siguiente
y te seduce para abrazarte a ella sin avanzar
no hay más solución que envenenarla con dulce esperanza
hasta que se disuelva en un invisible charco de hiel.
 
Cuando el peso del vacío te llena de escaras los hombros
y te empuja hacia un silencio del que no quieres volver,
no existe otra salida más que aliarte con la rabia
hasta poder charlar con ella con toda naturalidad.

Esculpir

Esposado a un rencor invisible,
divorciado del sentido común,
me arrastro tras oasis de nubes.
Me arden las manos
cuando intento esculpir la realidad
que termina resbalando por mi rabia.
 
Conectado a una respuesta inexistente,
alojado en caminos emborronados
donde cada pisada es un paso atrás.
Me grita la conciencia
pidiendo cuentas por actos ajenos
de los que no consigo escarmentar.

Cieno

La ceniza del olvido
va lloviendo entre tus ojos
mientras la carga del recuerdo
se queda trabada en un instante
roto y pisoteado.
 
El barro de la esperanza
no se amolda a tus pasos
e impregna de inconsistencia
al camino atropellado
por un velo de desorden.
 
El cieno del horizonte
sigue arañando tus fuerzas
hasta llenar de incertidumbre
el vacío en el que el ayer y el mañana
han secuestrado al presente.

Hieratismo

Cuando el insomnio se acerque vertiginoso,
dispuesto a atropellarte, sin el freno de la conciencia,
quizá sea mejor dejarse traspasar
hasta empaparse de redención.
 
La mirada sentirá cierto pudor inicial,
incluso asqueada por la figura del remordimiento,
pero llegará la desazón a llevarse sus añicos
con su siempre silencioso hieratismo.

Terraza

Lanzamos una carta por la terraza del abismo
y nos devolvió un dorso decepcionado.
Bailamos para espantarlo,
pero solo conseguimos atraerlo aún más.
La magia estaba de baja aquella noche,
pues no vino a consolar nuestros párpados.
 
Hasta que la música sonó más alta
para hacernos recordar que tenemos huesos,
carne y sangre para movernos,
cerebro para levantarnos,
aire con el que transferir risas
y miradas para vernos más fuertes.

Senda

La intuición se escurre
entre las piezas de un pasado roto
a las que hay que evitar con tiento
para no rasgar los pasos
que están por llegar. 

La magia cose
el destino que aún no ha llegado
con hilo extraído
de las heridas secas
que nos hicieron olvidar.
 
La senda sigue
hacia lugares que no conocimos
bañados de espera,
preguntas y dudas
que la perseverancia borrará.  

Lealtad

Cuando la mano del destino te retuerce
hasta exprimirte lo que queda de lealtad
apenas resta arrastrarse hacia la orilla
donde al menos poder ahogarte en paz.
 
Cuando el martillo de la suerte te golpea
hasta quebrar la vasija donde guardas
las cenizas de un próspero pasado
solo queda sacudirse y caminar.
 
Cuando el aliento de la desdicha te grita
hasta envolverte en una luz de desazón
la única cura es mirar hacia delante
para encontrar la puerta donde aguarda la verdad.

Vivencias

Abrirse camino a través de puertas que parecen abismos.
Boquear hasta esquilmar el oxígeno de muros graníticos.
Rasgar a mordiscos la impertérrita ley de la gravedad.
Avanzar entre tumbos conscientes por veredas invisibles.
 
La meta es el siguiente paso
donde espera una nueva deriva
a la que enfrentarse
bajo una coraza de calma.
 
El premio es poder darse cuenta
del minuto siguiente
para comenzar a ahorrar
más vivencias escondidas.

Teclas

Rasgas el vacío
al pasar la mano por las cuerdas
convertidas en sogas
por las que te deslizas hacia el precipicio
donde te esperan espejismos de luz.
 
Aprietas con fuerza
las teclas que solo te devuelven un silencio
transformado en voces
que te invitan a gritarle a la soledad
de la forma más obtusa.

Superioridad

Consejos extraviados

condenados a sumideros
donde lidiar con el enorme peso de su vacuidad.
 
Superioridad displicente
acostumbrada a gobernar
sepultando las razones con su ruido.
 
Instrucciones invertidas
diluidas entre discursos
escritos por la temblorosa mano de la suficiencia.

Lecciones suspendidas
sobre un cielo abarrotado
de invisibles nubes llenas de ignorancia.

Veladas

El peso de los adioses
deformados por las afiladas uñas del dolor
me hace vencerme
y tener que sudar lágrimas
que ya ni sé cómo fabricar.

Trato de poner orden
en las paralelas que se desvanecen
a medida que te invade
ese tozudo vacío
que acabará por devorarnos.

Solo espero que la noche
cumpla con sus promesas veladas
hasta acunar nuestros miedos
y lograr que por lo menos
respeten el sueño quebrado.

Rocío

Piedras acolchadas

por el moho que se cuela entre las fosas embriagadas
de putrefacción silente.
 
Ruinas acomodadas
para dar cobijo a los restos del olvido
que buscan un lecho donde no molestar.
 
Grietas empapadas
del rocío que huye de párpados frenéticos
inundados de espesa realidad.

Rocas enganchadas
a las garras que ahora sangran de rascar

en busca de una suerte esquiva.

Zarpazo

Solo el zarpazo de la ventana abierta
es capaz de rasgar la impaciencia almacenada
en urnas cubiertas de polvo y silencio
dispuestas con mimo para adornar
el panteón de lo proscrito.
 
Los tenues rayos de sol
lamen los restos de la criba,
hambrientos de lucidez
frente a tanta necedad
revestida de ribetes dorados.
 
Se deslizan sin pudor
las ansias de aire fresco
por los bordes de la putrefacción
en donde bailan borrachas las ideas
que no supieron mirar adelante.

Códigos

Escasean los recursos con los que improvisar
diferencias entre lienzos invisibles
donde se rasgan trazos que amenazan
a los delirios que pretenden escapar.
 
Se agotan las fuentes de las que brotaban
códigos indescifrables salvo para aquellos
agraciados con el don de la conciencia,
encargado de refugiarse entre las líneas.
 
Desaparecen los terrenos donde cultivar
un futuro que aparenta ser yermo.
Solo quienes sepan darle el alimento preciso
lograrán desgranar la cosecha de lo inexistente.

Tropical

Desequilibrio tropical
inundando los carriles invisibles
por los que quieren correr
quienes escapan en busca del precipicio.
 
Inestabilidad insular
meciendo los cimientos de un futuro
ahogado por la inundación
parida en tromba por la incómoda verdad.

Opereta

La insolencia de la ceguera
se abre paso entre barricadas de prudencia
tratando de exprimir
el seco jugo que escupe la realidad.

La exuberancia de la belleza
corre apurada detrás de ríos de horas
a los que nunca alcanzará
por más que intente tomar atajos emponzoñados.

La suficiencia de la mentira
mete los codos en su lucha por un hueco
en el palco de la opereta
representada por ángeles vestidos de podredumbre.

Corredores

Corredores en busca de pasillos
angostos, oscuros, cerrados
por los que transitar hacia el abismo.

Paréntesis en busca de contenido
vacío, durmiente, sangrante
con el que saciar el hambre de espectáculo.

Botones en busca de dedos
inflexibles, rotundos, despiadados
que ejecuten los deseos del desequilibrio.

Perseverancia

Paciencia para encontrar la magia del momento.
Pasión en cada pisada del camino.
Perseverancia cuando el destino da la espalda.
Personas que borran el temor del recorrido.
 
Saber jugar tus cartas que escribimos al futuro.
Confiar en el lado bueno de la moneda.
Desatar con fe los nudos del día a día.
Escuchar cuando la intuición nos aconseja.

Detonación

Detonación incontrolada,
onda expansiva de odio
llevándose por delante
mordiscos y sensatez.
 
Puñaladas a ciegas
sobre espaldas dispuestas
a no darse la vuelta para ver
los huérfanos de sus ruinas.
 
Desangramiento retransmitido
ante espectadores impotentes
curtidos en mil batallas,
pero no en ponzoñosas guerras.

Recovecos

Argumentos derretidos bajo un pérfido sol de invierno
empantanan con mediocridad las aceras del sentido
mientras resbalan las últimas voluntades
de aquellos que se atrevieron a contradecir al muro.
 
Montañas de sal corren en busca de heridas
autoinfligidas por verdades inocentes
cansadas de pudrirse en recovecos del silencio.
 
Virtudes maniatadas por ideas de bonanza
nunca cuestionadas por quienes se nutren
de vacuos discursos regurgitados
hasta borrar de ellos cualquier atisbo de conciencia.
 
Antorchas invisibles prenden olas de odio
cuando caminan por riadas de ignorancia
demasiado preocupada por aparentar grandeza.

Desvíos

Mordiscos venenosos de la serpiente del recuerdo
envenenan con falsa dulzura
las páginas escritas con pasos perdidos.

Se llenan de tierra embarrada
los esquivos raíles fugaces
que trazan desvíos apetitosos.

Memorias construidas con esmero
antes de ser vividas
por quienes nunca podrán presumir de haberlo soñado todo.

Murciélagos

Silente funeral
de murciélagos renacidos por su propio fallecer.
¿Dónde comenzó a brotar el olvido?
¿Cuándo notó el primer síntoma de invisibilidad?
 
Ruidosas plañideras
hambrientas de atención a cualquier precio.
¿Quiénes les otorgaron tales títulos?
¿Por qué nadie sacia su sed de lágrimas?
 
Amasijos de un pasado
con recios cimientos y débil ejecución.
¿Cuánto costará edificar un nuevo vacío?
¿Qué suplantará a esta obtusa soledad?

Murales

Murales de sangre seca
respiran la humedad enfangada
tras siglos de letras ocultas
bajo recios renglones de plomo.
 
Aires de lucha los lijan
esperando encontrar los rostros
de aquellos que fueron borrados
por la tenue mano del olvido.
 
Dibujarán reliquias durmientes
en subsuelos pisoteados
por las risas de zafios traidores
disfrazados con su mejor decencia.

Carriles opuestos

Acostumbrados a quemar calendarios
para tener algo que ilumine el camino
por el que transitan en carriles opuestos
dudas y certezas que nunca chocarán.

Desesperados por encontrar el sitio
del que huir la próxima vez
cuando hallemos el fondo del ruido
que nos aconseja en cada amanecer.

Condenados a tallar otros pasos
en la niebla del siguiente escalón
mientras la culpa gotea a nuestra espalda
borrando las huellas de lo que no ocurrió.