El infinito es un tobogán con forma de
espiral
en el que siempre me pierdo
persiguiendo al pasado.
Por él resbalan las sombras
de tardes que están gestando
calores advenedizos.
El presente, mientras tanto,
se ha vestido de invisible
para huir sin saludarme.
Seguramente nos encontremos
el día que el tiempo tapone
la salida del retorno.