sábado, 29 de noviembre de 2014

Tobogán

El infinito es un tobogán con forma de espiral
en el que siempre me pierdo
persiguiendo al pasado.

Por él resbalan las sombras
de tardes que están gestando
calores advenedizos.

El presente, mientras tanto,
se ha vestido de invisible
para huir sin saludarme.

Seguramente nos encontremos
el día que el tiempo tapone
la salida del retorno.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Látigos

Por más fuerte que restallen, sus látigos no dejan de ser de sal, y se disuelven con el golpe antes de que el escozor pueda embestir a la sangre. Las manadas de reproches se desbocan cuando el lazo de algunos razonamientos no puede tensarse más. Al final, corretean desubicados durante un tiempo hasta que la memoria les ofrece una parcela para pacer.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Mansión

Tus costillas son la mansión
donde quiere empadronarse el aire.
Allí formará
una familia feliz
bajo el techo de tu sangre.

Después saldrá a pasear.
Explorará incansable
la tersura de tu aliento,
con el que saltará de la mano
sobre el colchón de tus labios.

Volará, si es preciso,
imantado a tus ojos,
para no acabar secuestrado
por el humo de desidia
exhalado por el suelo.

Cuando creas haberlo perdido,
él remontará el vuelo,
hasta colarse con esmero
en las fosas de tu arrojo
donde se cuece el silencio.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Combustión espontánea

Combustión espontánea.
Las lágrimas se muerden la cola,
la duda sestea libre de vileza
colgada de una respuesta que muere antes de llegar.

¿Dónde estuvo la salvedad?
No paré hasta encontrarla
ni paré cuando no lo hice.

Nadie me indicó cómo poner las manos.
Por eso tú te negaste.
No querías caricias sin manual de instrucciones.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Ascenso

En ese punto en que el silencio llena los ojos, los recuerdos escalan por el filo de la garganta. Clavan sus garras por supervivencia, pues saben que si no llegan a su destino acabarán atrapados en el nudo que un poco más abajo teje continuamente el vacío. Minuto a minuto se hacen fuertes en su lucha contra la razón y el dióxido. Se nutren de proyecciones viciadas, de aberraciones intangibles y de traiciones acordadas como placébico castigo. Para ellos, las lágrimas no descienden, sino que ejercen de sherpas con una firmeza inusitada. La memoria espera calmada en la cima, sabedora de que lo más duro para ellos y para el terreno escalado, habrá pasado cuando la alcancen.