Miopía

Fiamos toda nuestra esperanza
a la vuelta de la esquina
sin querer zafarnos de las ilusiones
talladas con mimo perverso
por la miopía de las prisas.
 
Soñamos con cambios de rumbo
mientras recorremos inertes
los férreos carriles trazados
a base de pasos perdidos
por la destreza de la rutina.

Cencellada

Oculta tras la púrpura cencellada
vigila una mirada agonizante
herida por despechos inconscientes
brotados de las fauces de la rutina.
 
Aguarda a que se enciendan las estrellas
para poder alimentarse del vacío
en el que pare lágrimas de vaho
que terminan por ser nuestro vestido.

Calderas

Pensamientos afónicos
condenados a escurrirse
por las calderas donde se purgan
los arrepentimientos encadenados
a las simas en las que vagan
las palabras huérfanas de intención.
 
Reflexiones agónicas
forzadas a expandirse
por las grietas donde se hunden
las disculpas enganchadas
a los desiertos en los que mendigan
los silencios ávidos de valentía.

Cenagal

En los albores de la paciencia
se van cociendo a fuego lento
las dudas brotadas sin permiso
del cenagal que un día fue
hogar de mil pasos firmes.
 
En esa misma salsa espesa
acaban por tomar forma
las decisiones huidas del pecho
en el que vivieron secuestradas
bajo el yugo de la indolencia.

Aterrizaje forzoso

Aterrizaje forzoso
sobre los brazos del silencio
que mecen con torpeza
las gotas de rabia que se escurren
hasta colmar los vasos vacíos.
 
Despegue intermitente
con destino en la incertidumbre
que abraza con rudeza
las recias espinas que susurran
hasta rasgar tímpanos desertores.

Superfluo

En los confines de lo superfluo
se acumulan eclipses marchitos
a los que dimos la espalda sin querer
mientras buscábamos nuestros pasos entre el fango.
 
Yace sangrando la voluntad
de cambiar lo que escuece de madrugada
incapaz de enfrentarse a un discurso
amasado por el veneno de la falacia.

Punto y coma

La vida se para en un punto y coma
afilado, implacable, directo,
tallado por la inconsciencia de la pesadumbre
por unos brazos que hace tiempo que no se alzaban.
 
En la cama yace estéril una impotencia
drenada desde hace tiempo
por los susurros traicioneros de la desidia
y el siempre complaciente susurro del autoengaño.

Cordeles

Deja que me empapen los truenos de tu desdicha,
fumígame con las sobras de tu rabia.
Lacérame con impulsos entre dientes,
abrásame con la llama de tu desazón,
pero jamás me hostigues con tu silencio.
 
Permite que me pringuen litros de maldiciones,
escúpeme el rencor de las últimas verdades.
Fustígame con cordeles de odio,
préndeme bajo la mecha de la decepción,
pero jamás me secuestres con tu desconfianza.

Muletas

Muletas empujadas a caminar hacia atrás
a través de caminos movedizos.
Oxidadas por reproches a destiempo
que desgarran las últimas fibras
de las que pendía la paciencia.
 
Bastones alimentados con zancadillas
por medio de yermas travesías.
Esquilmados por abrazos desdeñados
que laceran las últimas lágrimas
de las que bebía la amistad.

Repugnancia

Decepciones enquistadas
en los bordes del día siguiente
buscan refugio en los sótanos
donde guardamos la repugnancia
para que no duerma con nosotros.
 
Lamentos embarcados
como polizones inesperados
en los camarotes de nuestras espaldas,
aquellos que de tanto resistir
acabarán naufragando en la rabia.

Placidez

Cantos de sirena brotan de aquellas olas
que se convierten en grietas
en las que se quiebra la voluntad
hasta hacer naufragar la conciencia
y dejar que se ahogue con placidez.
 
Emanan el cálido abrazo
de la soledad recompensada
por alivios fatuos
que terminan por invadir las entrañas
hasta narcotizar las dudas.
 
Tormentas perversas fluyen
desde horizontes esquivos
prometiendo un barniz de dignidad
que jamás logrará recubrir
los sutiles arañazos de la pérdida.

Moléculas

Trombas de duelos
anegan la escasa resistencia
que pudieron oponer
las alas desgajadas
de una ilusión moribunda.
 
Mejor dejarla caer,
pensaron sus cimientos,
para que limpias brotaran
moléculas de valor
con las que alimentar la inconsciencia.

Veletas

Veletas que juegan a la ruleta rusa
cargando el tambor con balas de plata
dispuestas a torcer el rumbo
si el viento aprende a sobornarlas.
 
Mapas que bailan en medio de la niebla
jugando a hacerse importantes
siempre que la ceguera les arrulle
en medio de noches de ojos abiertos.
 
Hitos que huyen de sus recuerdos
tratando de volverse refugios
donde esconder las herencias
de decisiones precipitadas.

Jarros

Jarros de agua helada
van llenando los infiernos
que nos pillan desprevenidos
a la vuelta de los sueños.
 
Raíles de espino
van marcando nuestros pasos
que caminan desafiantes
hacia precipicios mansos.
 
Susurros de látigos
van gritando las instrucciones
que seguimos en silencio
en busca de redenciones.

Gajos

Amargos revientan contra el suelo
los gajos de la tristeza
desgranada hora a hora
por las garras del silencio
y las zarpas de palabras rotas.
 
Insolentes marcan el paso
los añicos de la rabia
cultivada noche a noche
por las mentiras de otra luna
y las burlas de la esperanza.
 
Aguerridos trazan senderos
los restos de la entereza
ahorrada llanto a llanto
por las huellas de la dignidad
y las cosechas de la templanza.

Silente

Llévame adonde el agua golpea violenta
el rumor de los errores.
Allí donde el mar limpia
los últimos restos de tempestad.
Al lugar donde escuchar
al viento dar sabios consejos.
 
Llévame adonde el sol teje silente
un escudo contra la ansiedad.
Allí donde el rumor narra
la lista de errores perdidos.
Al lugar donde probar
el sabor de un elaborado vacío.

Indignidad

Firmezas que se derrumban
con la delicadeza de una pluma
que rasga con filo atinado
la médula de los discursos.
 
Convicciones que se derriten
con la ligereza de un soplido
que empuja con fuerza imprecisa
la inercia de la indignidad.
 
Creencias que se desgarran
con la suavidad de un suspiro
que prende con llamas dudosas
la hoguera de las mentiras.

Vivero

Necios cultivos de lo extraño.
Viveros donde brota el desgaste
asfixiado por el aire denso
de redenciones torcidas.
 
Obtusas cosechas de hastío.
Bancales en los que sembrar ligereza
esperando a que crezca rebelde
enfrentándose a las malas hierbas.
 
Ásperas siembras del dolor.
Mercados por los que transitan silentes
las sobras de tantos inviernos
junto a cientos de veranos cautivos.

Naipes

Cimientos de naipes
como base para un futuro ciego.
Guillotinas oblicuas
segando el fruto de la fe.
Hitos desnortados
persiguen el rastro de un aire cansado.
 
Refugios inundados
por la nostalgia vestida de ayer.
Telones cautivos
frente a espejos mentirosos.
Barcas embaucadas
ante la promesa de un pasado mejor.

Océano

Peinándose con las espinas de un esfuerzo yermo
trata de dejarse golpear
por una ola de frío gélido
que le devuelva al océano
donde pudo expiar sus miserias.
 
Secándose con las ruinas de una pasión baldía
intenta que la arrullen
esas voces de su cabeza
que tanto le han gritado
hasta purgar su voluntad.

Salitre

El salitre va creando
una capa de nostalgia
hasta oxidar los más bellos recuerdos,
forzados a vivir almacenados
en obsoletas cajas de Pandora.
 
Los latigazos del sol
fustigan la piel de la arena
hasta dibujar llamaradas en las que arden
las últimas esperanzas de encontrar
sentido a todas esas madrugadas.

Núcleo

La radiación emitida por la corteza del núcleo
que alguna vez llegamos a conformar
no basta para abrigarnos
de este invierno camuflado
convertido en refugio invisible.
 
El brillo del reflejo de la última luna
que aquella noche no se quiso acostar
no sirve para guiarnos
por estas sendas de lodo
empeñadas en obligarnos a caminar.

Paracaídas

Elegir el impulso
frente a la dignidad
puede ser un buen paracaídas
para aterrizar sobre un campo minado
de arrepentimiento.
 
Priorizar el orgullo
contra la serenidad
puede aportar cobijo
con el que protegerte la lluvia
pero no de la tempestad.

Certidumbre

Desnuda tus certezas
antes de hablar conmigo.
Despójate de la certidumbre
si osas sentirte seguro.
 
Desgrana el trueno
para extraer su discurso.
Desgaja los pasos
hasta exprimir la verdad.
 
Desmonta la imagen
absorbida por el espejo.
Destruye el recuerdo
o engañarás a la percepción.

Crujido

Puzles de destrozos
construidos a base de dar dentelladas ciegas
frente a un aire que no sabe hacia dónde soplar
para seguir manteniéndose en contra.
 
Retratos de un vacío
parido por el crujido de una decepción
gestada entre el frío de unos silencios
llenos de rutina y moho.
 
Tapices de desidia
esculpida lentamente entre las tinieblas
que al final nos permiten encontrar la claridad
con la que ahogar al horizonte.

Dejar

Dejar caer los pesos muertos,
los pasados escocidos
y los futuros pertinentes.
Dejar que se desvanezcan
arrullados por un silencio
tan doloroso como necesario.
 
Dejar alejarse las cargas
hasta que alcancen la distancia adecuada
en la que se encuentren cómodas.
Dejar huir las inquietudes
que se marchan corriendo tan rápido
que se acaban volviendo invisibles.

Palazos

Aprendiendo a navegar por las grietas
talladas con desprecio por la sed
con la burda intención de dibujar
los mapas donde hundir los recuerdos.
 
Asumiendo los palazos aleatorios
que se rifan en los nuevos despertares
con la débil coraza del autoengaño
hecha trizas frente a las garras de la realidad.

Fórceps

Flotando entre templos y desiertos,
nunca llega la lluvia que limpie la hiel.
Dolores extraídos con los fórceps de recuerdos secos
se almacenan en contenedores
en los que se echa a dormir el silencio.
 
Navegando entre eternidades,
jamás saludaremos al destino.
Restos de añoranzas desvalidas
se pudren bajo un sol justiciero
hambriento de pieles somnolientas.

Oleaje

Hostigado hasta dejarme arrastrar por el oleaje.
Acribillado por los pedazos punzantes de mi fe.
Masticado entre las fauces de un destino informe.
Expulsado de mil paraísos a los que nunca aspiré.
 
Desgarrado sin escrúpulos por cada luz del alba.
Vestido con las sobras de esperanzas obsoletas.
Domesticado frente a promesas sugerentemente vacuas.
Olvidado ante las preferencias del ruido perpetuo.

Destinos

Destinos paralelos
que nos impiden rozar
los espejismos cercanos.
 
Destinos perpendiculares
en los que se cruzan
esperanza y fatalidad.
 
Destinos tangentes
donde se afilan
las garras de lo imposible.
 
Destinos secantes
que terminan por inundar
el pasto que cubrirá nuestras eternidades.

Migajas

Los desechos descompuestos
de aquella estrella polar
que nos guiaba entre parajes
donde nunca ha habido cielo
van goteando hasta encharcar
las aceras movedizas
sobre las que nuestros pasos torcidos
no terminan de encontrar su meta.
 
Las últimas migajas
de horizontes devorados
por ansias descontroladas
sin el yugo del deseo
van rasgando la neblina
en la que se columpia el silencio
con el que responde la brújula
cuando le pedimos piedad.

Fotografía

La fotografía podría ser la misma
a pesar de los zarpazos acumulados.
Secuestramos con nostalgia
las arrugas y el cansancio
para dedicarnos a reformar nuestro presente.
 
El retrato continuaría siendo traicionero
incluso envuelto en un marco inquebrantable.
Revestimos de optimismo
incertidumbres persistentes
para olvidarnos de limpiar nuestro pasado.

Ventanillas

Dando vueltas para encontrar
una plaza en la que aparcar
los añicos, las dudas y las ausencias,
cediendo el paso constantemente
a mañanas dibujadas por otras manos
en las que nunca aparece nuestro nombre.
 
Cada cruce parece un barranco
tras estas ventanillas tintadas de rutina
donde todo sabe a distancia.
Si logramos bajarlas con paciencia y tesón
podremos respirar la esperanza
que nos guíe hábilmente hasta nuestro destino.

Cunetas

Los demonios de las cunetas
prenden relatos antiguos
para aislarse del frío
que sepulta las estrechas sombras
en las que se ocultan pasiones tibias.
 
Los ángeles de los limbos
nunca supieron ser poetas.
Ahora vagan arrastrando
sus alas descascarilladas
por ciénagas de sangre bendita.

Tejas

Vi a las tejas llorar
en el funeral de los escombros
anhelando haber sido palacio
en el que albergar leyendas
de conquistadores y doncellas.
 
Escuché a las ruinas quejarse
charlando con los cimientos
deseando haber muerto
por un delirio más digno
y menos polvoriento.
 
Sentí a las paredes caer
en brazos de descampados
ansiando haber protegido
los sueños de nuestras entrañas
frente a este maldito frío perenne.

Carnaval

Disfrazados de bandera blanca
renunciamos a pelear por el color
en medio de un carnaval engalanado
con telas que rebosan mediocridad.
 
Suenan farsas por encima del discurso
que intentaba aportar serenidad.
Cae sepultado bajo montañas de ruido
erigidas como tributo al desconcierto.
 
Algún día volverán las densas nubes
para igualarnos con su manto de rutina.
Descansaremos al fin de la lluvia de prejuicios
que no ha cesado de calar la dignidad.

Ferralla

Parece que el goteo de los pesares
terminará por fundir la ferralla
que apenas protege nuestra respiración
de las punzadas que llueven cada minuto
como ácido barniz para abrillantar el vacío.
 
Mas siempre hay una mano de esperanza
que viene a rescatarnos tirando del hilo
de imperceptible voz que se atreve a gritar
desafiando al eco de las desdichas
que constantemente rebota sobre nuestras caras.

Crampones

Crampones de tibio hielo
se clavan en mis latidos
mientras tratan de escalar
el plano desierto de mi vacío
por el que se despeñan los ocasos.
 
El ardor de las yemas apaga
cualquier conato de ascensión
al Olimpo del paso adelante
desde el que señalan con desdén
los dedos que nunca perdieron pie.

Gilipollas

Tengo la garganta un poco gilipollas.
Me dice que no tiene ganas
de dejarse secuestrar por las dudas,
de temer escuchar al futuro,
de parir palabras que sepan a ilusión.
 
Se que pronto se le pasarán los miedos.
En cuanto la cure con buenas razones
volverá a cantar hasta las trizas,
dejará de ahorrar tanta rabia
y compartirá bocanadas de esperanza.

Sarcófago

Se parte en dos
el sarcófago donde descansaban los recuerdos
que nadie debió ultrajar.
 
Huyen libres
esperando encontrar una mente cálida
con la que disfrazarse.
 
Tiemblan extraviados
aquellos que tuvieron miedo a ser verdad
y habitar cicatrices.
 
Los demás vagan
complacidos ante un universo gris
sin riesgo de encontrar color.

Mugre

Vientos de gesto torcido
van recubriendo de mugre
las frías huellas resecas
talladas por pasos dubitativos
hasta labrar caminos estériles
improvisados por la inercia.
 
Tendrán que venir a limpiarlos
con tenacidad huracanada
vendavales de cielo limpio
a los que aferrarse en silencio
para que nos transporten con fuerza
a veredas llenas de sentido.

Albores

Hoy hemos venido a escudarnos
en los albores de todo lo que no hemos vivido,
para soñar con mañanas limpias de brumas,
noches mecidas por la luz de la luna
y días en los que ahorrar al menos una sonrisa.
 
Cuando despertemos nos daremos cuenta
de que no hemos de esperarlos sino labrarlos
con escuchas que jamás lleguen tarde,
con palabras que curen, aunque duelan,
y con abrazos de los que nunca dan calambre.