Mercenario maniatado por las cuerdas invisibles dominadas sin templanza con las manos de un pulso beodo. Tu naufragio marca el rumbo de otro renacer perdido condenado a morir de nuevo en la fosa que cavó la esperanza.
Las ruinas de la niñez se adhieren al segundero para marcar el ritmo al que sentiremos la nostalgia del futuro. Los satélites nos barnizan con cuadrículas cartesianas por las que viajan trenes perseguidos por un bucle. Bajo el suelo rugoso de nuestras entrañas va fermentando el moho que matiza la perspectiva.