para el abrazo que ahora rasga,
para el beso que ahora aniquila,
para la caricia que ahora fulmina.
Creemos correr contra el reloj
y él se empeña en ayudarnos.
Le gustaría que sus agujas inyectaran
la vacuna frente a nuestros miedos.
Perderemos sesenta minutos de dormir
pero ni un solo segundo de soñar.
Cierra los ojos esta noche,
que yo aguardaré al otro lado de la
esperanza.