miércoles, 11 de septiembre de 2013

La hora de los gigantes

No le hizo falta seguir escuchando más. Después de pasar tanto tiempo cobijada bajo la ignorante comodidad que aporta el candor infantil supo que había llegado ese momento tan ansiado por unos como temido por otros. No iba a ser un drástico instante, sino que aún quedaría un rato de esfuerzo hasta adaptarse a esa situación tan nueva y desconocida. Se negó a resistirse, consciente de que había sido ella misma la que se había llevado hasta allí, y puede que ese arrebato de orgullo fuera la primera de las señales de la transformación de su complacencia en voluntad. Por fin estaba convencida de empezar a tratarse como lo que realmente era, y dedicaría a esa tarea todo el tiempo que fuera necesario. No sería demasiado. Había llegado la hora de los gigantes. (Continuará.) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario