tallados con la
aguja de la experiencia,
modelados por la
mano de las decisiones
y coloreados con
la tinta de los errores.
Cuando los miro
me recuerdan
que los pasos que
tiemblan se rompen,
que las lágrimas
sin rabia no enseñan
y que las
sonrisas no tienen salario.
Solo espero que
nunca me falte sangre
para ensuciarla
con esos mensajes
con los que
guiarme en medio del vacío
cuando el
horizonte apague su luz.
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