puede destruir el
mural que pintamos con esmero
y después coser
sus pedazos
para recordarnos
la fragilidad
de las decisiones
acolchadas en lo aleatorio.
Un cambio de
viento
es capaz de arrastrar
con suavidad
toneladas de obras
talladas por la esperanza
hasta llevarnos
irremisiblemente
al lugar que aún
no conocemos.
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