La
operación estaba durando mucho más de lo habitual y el ánimo de la bella doctora
comenzó a flaquear tras sobreponerse al asombro inicial. Volvió a repasar los
documentos del diagnóstico que ella misma había emitido la semana anterior.
Tanto las dos dioptrías de miopía del ojo derecho como la dioptría y media del
ojo izquierdo ya habían sido desterradas de los globos oculares del paciente,
pero bajo sus córneas seguía existiendo una insolente mancha. Abatida, la oftalmóloga
indicó a su ayudante que procediera al cierre de los puntos porque la operación
había concluido. El paciente mantendría el vicio en su mirada.
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