Flecos

Los flecos de la frecuencia
cimbrean como lirios en noche helada
trazando dudas en lienzos de aire
que acabarán siendo descifradas
por el aullido de otra luna paridera.
 
Llegará el día con su máscara de justicia
pidiendo cuentas a impulsos amnésicos
brotados de la última gota de arrepentimiento
que acabará siendo evaporada
por el fuego fatuo del olvido selectivo.

Condenas

Los latidos se inundan de barro
al otro lado de la miseria.
Crecen sin tiento imperios torcidos
sobre cimientos repudiados.
 
Un segundo, un momento, un lugar
y tu destino te desgarra.
Condenas vestidas de paz
bailan en templos grandilocuentes.
 
Mientras tanto la luna
escupe el velo que la marchita.
La lluvia llega para regar
la maldición surgida del fango.

Reguero

Yace inerte
en la piscina de la melancolía
un reguero de vacío
que conduce a un túnel gélido
recubierto de gotas de invierno.
 
Espera muda
en las brasas de hogueras rendidas
una estela de carbón
que señala hacia un muro
construido con piezas de latón.

Losas

Se pasea con un vestido de losas
sobre un suelo tapizado
con dudas movedizas.
 
Se mantiene erguida frente al empuje
de mañanas inciertas
que traen brisa de hormigón.
 
Se desliza con tiento sobre los filos
de tenaces guillotinas
ocultas bajo mil penas.
 
Se permite el lujo de llorar
solo cuando se asegura
de que la noche se ha dormido.

Despojo

Al fondo del torrente desgarrado
donde hierve la sangre
hasta hacer evaporar
cualquier despojo de justicia
boquean almas errantes
en busca de la puerta del precipicio.
 
Al final del barranco anegado
donde se agota la rabia
hasta despedazar
el último gramo de cieno
suspiran gritos demacrados
bajo un cementerio de dignidad.

Emblemas

Angostas fronteras
sobre las que cada segundo edifica
el municipio del dolor
donde habitan inquietas
todas las noches apuñaladas
por los filos de palabras retorcidas.
 
Siniestras banderas
coronadas por emblemas sinuosos
tejidos con saña
por las leprosas manos de cada conciencia
tratando de supurar sus infinitos pecados.

Esputos

Incienso derretido
cubre los ojos inertes
cansados de ver excesos lisérgicos
y metas vacías.
 
Flores cabizbajas
murmuran en torno a la silueta
trazada por el impacto del insomnio
contra bordillos inabarcables.
 
Velas impostoras
alumbran las entrañas más oscuras
rellenando con esputos de cera
las cicatrices de punzadas invisibles.

Rescoldos

Mensajes que trasnochan en busca de un alba huidiza.
Rescoldos que refrescan el caldero del dolor.
Horas que vuelan bajo hacia nidos de mal agüero.
Trajes que apenas cubren el borde de la dignidad.
 
Momentos que llegan tarde a la fecha señalada.
Susurros que retumban en el fondo del insomnio.
Silencios que se pasan noches enteras gritando.
Perdones que por el camino extraviaron la dirección.

Alianza

Alianza tallada entre mares permanentes
unidos por visillos de anhelo.
La aurora ilustra cada sonrisa
mientras baña de rocío el día siguiente.
 
Camino ilustrado bajo perfiles dóciles
dispuestos a nadar entre cometas.
Las constelaciones se encienden al paso
de ansias gemelas e intensas.
 
Encontrar la vía por la que deslizarse
para disfrutar de la pendiente.
Acertar con la mano que agarrar
cuando llega el abismo del futuro.

Plomo y hierro

A plomo pesan
los años sucios,
las frases rotas,
los soles esquivos,
las arrugas burlonas,
los besos sordos,
las canas mudas.

A hierro queman
los tragos rectos,
las noches tuertas,
los sueños cortos,
las prisas largas,
los miedos sabios,
las ganas locas.

Laringe

Gritos de ayuda escalan
por la laringe de lo cotidiano.
Se encuentran con simas heladas
donde yacen soles muertos.
 
Sombras de sueños perdidos
se esconden en las retinas
de esos cielos encapotados
que perfilan borrosas salidas.
 
Bocanadas de asfixia
rebotan entre los pulmones
resecos tras tantas angustias
calcinando pechos férreos.

Pulseras

Busqué el reflejo de un aura marchita
en el filo de aquel manantial.
Entre las trenzas de una bruma perenne
se balanceaban mil respuestas huérfanas
adornadas con pulseras de cristales rotos.
 
Me di la vuelta para atrapar el destello
de los recuerdos que me mienten al soñar.
Bajo las sábanas tejidas con silencio
se acurrucaba un ejército de lágrimas
opositando a convertirse en tempestad.

Jersey

El jersey para abrigarse
del brillo del monte claro
sirve también como galera
con la que cruzar el charco
zafándose de abordajes.
 
Marejadas de zozobra
irán definiendo los sitios.
Solo quien sepa vadear
las llanuras de incertidumbre
podrá alcanzar sus objetivos.

Faquires

Cruzar los charcos
para poder chapotear sobre el recuerdo
y abrevar entre arenas movedizas
hasta encontrar el sustento
con el que saciar el insomnio.
 
Saltar al otro lado
volando por encima del tiempo
y aterrizar sobre rocas mullidas
donde acabar yaciendo
como faquires sobre cuerdas flojas.

Pleamar

Las olas regurgitan mansas la salvación
a base de recuerdos y salitre.
Respiran abocadas a las cicatrices
que se empapan de pleamar.
 
El segundero se toma vacaciones
y nadie sabe cuánto queda para el futuro.
El sol cruza la bahía
para esconderse tras bañarse en hastío.
 
La tarde lanza a su caldero
las sobras de prisas inertes.
Vuela la brisa sobre las dunas
hasta estrellarse contra el último latido.

Escalofríos

Objetos enterrados
bajo las torres donde vigilan
las nucas de la nostalgia
para asegurarse
de poder alimentar más escalofríos.
 
Mapas desdibujados
sobre terrenos movedizos
con los que cobijarse
en las noches de insomnio
cuando huyen de nosotros los caminos.

Antorcha

Se difumina bajo una lluvia inerte
la antorcha de lo que hace tiempo prendió.
Ninguna gota logra apagarla
mientras sigue cauterizando
las sobras de nuestro dolor.
 
Se desvanece detrás de la niebla
el horizonte al que fuimos a soñar.
Ninguna sombra consigue borrarlo
mientras continúa alumbrando
los fragmentos de nuestra ilusión.

Pantalán

Fui acumulando naufragios
en el pantalán de las causas perdidas,
donde el calendario lleva a reparar
la chatarra de noches desgastadas.
 
Se fue cansando la marea
de barrer promesas de la arena.
Comenzó a escupir recuerdos
rumiados con pena y salitre.
 
Nos acecharon las gaviotas
con su vuelo pérfido y tosco,
anticipando tenues tragedias
hundidas bajo horas secas.

Rumores

Al borde de la luz
los truenos estornudan con rabia.
Vomitan inquietud
gestada sin alma y con mucho dolor.
 
Huye la oscuridad
asustada por rumores maquiavélicos.
Se refugia en el día
en el que podrá ver arder sus pecados.
 
Sangra la mañana
desgarrada por las uñas de la desidia.
Susurra en un rincón
donde nadie vendrá a escuchar su razón.

Brazadas

En las orillas de la utopía
flotan ahogadas cientos de verdades
confiadas en la fuerza de sus brazadas
y en el viento a favor de una justicia
que les falló.
 
En la parte de atrás del horizonte
ríen sin descanso miles de mentiras
agotadas de embaucar a tantos despertares
que creyeron en la ruta de lo perceptible
que les extravió.

Transiciones

Chapoteamos en el charco de las transiciones
sabiendo que en sus fronteras
se seca el rocío que robamos al alba
para sofocar los conatos de inmensidad.
 
Dejamos atrás las lindes de la incertidumbre
caminando sin mirar atrás,
aunque seguimos meciendo en nuestra espalda
a remordimientos huérfanos de una verdad.
 
Trazamos perfiles de nuevos precipicios
rasgando las rocas que no supimos cargar.
Nos gusta mirar a los ojos del vacío
para encontrar espejismos donde descansar.

Médulas

Envuelto en las letanías que gritan las dudas
crece un tibio viento escalonado
con el que se mecen los dorsos de las gargantas
que aún no han aprendido a fabricar un no.
 
Recorre las calles de nuestras médulas
hasta erizar la piel del pasado,
apenas cubierta por escamas temblorosas
que esperan la fiel protección de la verdad.
 
Termina por estamparse en el muro de la consciencia
donde le amortaja la soledad
mientras sueña con plañideras farsantes
que vayan a llevarle lágrimas para cenar.

Quemazón

La realidad se baña en aguas hirviendo.
Se despelleja y nos lanza los restos a la cara
para que sintamos la quemazón en los pómulos
y así poder paliar nuestra falta de rubor.
 
La ciudad se inunda de ponzoña
desbordada desde las cataratas del fragor.
Caminamos sobre ella marcando distancia
al tiempo que nuestros pasos claman piedad.
 
La eternidad se empacha a base de mentiras
hasta vomitar esperanzas a medio digerir.
Las esquivamos mientras bailamos despistados
encima de volcanes que no paran de sonreír.

Chaparrón

Al filo del chaparrón
lanzamos nuestras demandas al suelo
para que se ahoguen entre los charcos
que aspiraban ilusos
a ser mares bañando horizontes.
 
Al borde de la tormenta
nadie sabe comportarse.
Todos huimos a ciegas
para encontrar un refugio
donde las lágrimas sean dignas de honor.

Sorteo

Las punzadas convierten los próximos pasos
en un sorteo decidido por manos descompuestas.
El azar se balancea
entre los párpados
antes de saltar al vacío.
 
Las cicatrices visten los nuevos despertares
con trajes tejidos por recuerdos deshilachados.
El ansia traza
bosquejos de sombras
que huyen de nuestros cuerpos.

Estío

Sacaron sus mejores galas
para acudir al funeral del estío.
Rezaron lo que supieron
sabiendo que era un traje de palabras vacías.
Cavaron bastante profundo
hasta acomodar sus conciencias.
 
Llegaron otras mil lunas
vestidas de hermosa desidia.
Sembraron más madrugadas
con las que cultivar su insomnio.
Dejaron entrar a la lluvia
y ella anegó sus trincheras llenas de anhelos.

Cohetes

Mendigamos a cada alba
un pasaje para esos cohetes
que nos transportarán a los idilios
donde poder dar la espalda al horizonte.
 
Rezamos a espíritus inertes
con la esperanza de que nos rieguen
hasta hacer supurar en nuestro pecho
la mala hierba con la que decoramos las penurias.

Columpio

Abrázate al columpio invisible
en el que planean los monstruos.
Ve escupiendo los lastres cautivos
hasta que leviten los arrepentimientos.
Desata las condenas persistentes
con las que juegan los anocheceres.
 
Cuélgate de la soga infinita
por la que tañen las advertencias.
Salta desde la cornisa del hambre
para aterrizar en consuelos mullidos.
Lánzate al fondo de la inquietud
mientras trazas voluntades sobre el vacío.

Descrédito

Al brotar las últimas láminas del hastío
termina por dormirse el vendaval.
Mochilas de horas insulsas
colgadas de hombros caídos
esperan encontrar el letargo
tendidas sobre fosas comunes.
 
Al surgir los primeros rayos del descrédito
comienza a anestesiarse la bondad.
Maletas de hierros candentes
atadas a pasos difusos
corren aturdidas en busca
de un destino al que sepultar.

Arengas

Tendidas quedan al sol que más calienta
las arengas fútiles de una era torcida
en la que la razón vive secuestrada
dentro de chisteras recubiertas de porcelana.
 
Las alaban discípulos autómatas
cegados por la brillantez de tus promesas
y alimentados conscientemente
por la vacuidad de un presente enajenado.

Catacumbas

En las solemnes catacumbas
donde habitan los espejismos
solemos chapotear sin medida
en los charcos de bilis y sangre
formados por la insistencia
del barbecho de la soledad.
 
En las lujosas cavernas
donde hibernan las maldiciones
tendemos a dejar tendidas
las verdades que tanto inquietan
talladas por los impulsos
de los latidos de la ambición.

Latigazos

Portazos que rasgan la piel
que nos protege de la desidia.
Suelos torcidos donde el paso firme
termina por claudicar mareado.
 
Latigazos escupidos por respuestas indolentes
que laceran la armadura donde pasamos las noches.
Insomnios regurgitados en bocas mudas
llenas de gritos y susurros perdidos en universos líquidos.

Vinagre

Ascender montañas inabarcables
apenas valiéndonos
de cantimploras repletas de vinagre.
 
Cargar con la piedra de Sísifo
llevando a la espalda
una mochila llena de remordimiento.
 
Correr hacia metas huidizas
calzados con viento en contra
sobre suelos tapizados con punzadas.
 
Buscar nuevas albas
custodiadas sin descanso
por centinelas obligados a engañarnos.

Conspiración

Sumergido dentro de aquella conspiración
en la que el cielo y el presente confabulaban
para exiliarnos a los confines
donde nos aguardaban las últimas lluvias
esperando mecernos entre sus susurros.
 
Atrapado en el fondo de esa insinuación
que la fe y el futuro cocinaban
para dárnosla como plato principal
de un menú de silencio y desamparo
con el que alimentar nuestra desazón.

Tiritas

Brazos para una mudanza.
Oídos para una desazón.
Tiritas para sangre seca.
Palabras para decir adiós.
 
Mensajes en mil madrugadas.
Silencios en clave de sol.
Recuerdos sin casi añoranza.
Consejos vacíos de ardor.
 
Remiendos lejos del desgarro.
Reversos de aquel resplandor.
Miradas huyendo del tiempo.
Olvidos huérfanos de rencor.

Soplos

Da pavor construir el camino antes que las huellas.
Cuesta imaginarse el resultado de una cuenta vacía.
Es complicado apostar por números que no se han sumado.
Resulta tortuoso esperar a aquello que no tiene forma.
 
Hasta que se abren las compuertas del ocaso siguiente
y comienza a llover la luz donde nadan las noches
para edificar con su ansia refugios en los que acurrucar
los soplos de aire que habíamos dado por perdidos.

Acarreo

En el acarreo donde se balancean los atardeceres
es inevitable perder algún jirón de olvido.
Los baches nunca duermen en colchones mullidos
y suelen resquebrajar algún suspiro en su caída.
 
Las transiciones siempre provocan algún mareo
incluso cuando no hemos visto venir las olas.
Su empuje nos devuelve contra las costas
en las que boquean esperanzas asfixiadas.
 
Dentro del movimiento hacia nuevos escenarios
resulta imposible poder frenar a tiempo.
Las encendidas marcas sobre la calzada
escriben el camino de los siguientes pasos.

Ladridos

Guardaré los pedazos de aquel recuerdo
dentro de la memoria de un ladrido
para poder volver a ellos cuando sienta
la necesidad de enfundarme las llamas
con las que barrer algunos pasados.
 
Ahorraré las ruinas de mil conversaciones
en la hucha que gotea permanentemente
y así lograr regar con desazones
las áridas furias de mi garganta
que se pasean derrochando arrepentimientos.

Sintaxis

Me ha hecho falta mucho dolor
para lograr comprender la sintaxis de los desprecios.
Han sido muchas huellas no descifradas
las que me han llevado a reconocer los abismos.
He tenido que escupir cientos de suspiros
hasta poder articular la hiel.
 
Harto de esconderme bajo lunas paliativas,
cansado de correr tras sombras de otra burla.
Me rebelo contra más futuros desteñidos,
me enfrento al reverso de la soledad.
Sé que me arriesgo a que el destino me noquee,
pero prefiero eso a dejar que me amordace.

Implorar

¿Cómo encontrar dioses a los que implorar
si estamos huérfanos de manos vacías?
¿Cómo aprender a poner cara de súplica
cuando el odio es nuestra única máscara?
¿Cómo arremeter contra esos demonios
a los que damos cobijo bajo nuestras penurias?
 
¿Cómo resistir a vendavales traicioneros
si estamos deseando que nos atropellen?
¿Cómo alimentar las fauces de la esperanza
cuando no hace más que devorar nuestra armadura?
¿Cómo eliminar todos esos pensamientos
a los que arrullamos sobre la cuna del miedo?

Lienzo

No puedes pintar un lienzo
con borbotones de hiel.
Nunca adquirirá el brillo
tras el que crees parapetarte.
Apenas servirá para lacerar
los recuerdos que pretendes sepultar.
 
No debes buscar banderas blancas
disparando las últimas balas.
Jamás encontrarás el camino
si te aferras a brújulas torcidas.
Solo alcanzarás una brizna de calma
cuando hayan huido las postillas.

Lengua bífida

Siguiendo la pista
por el camino de los pasos hacia atrás
fui saludando a montones de espejos
cuyas aristas me acabaron guiando
a través de veredas inciertas.
 
Al final de la última sombra
encontré la verdad bifurcada
y me armé de valor para poder leer
la dirección del destino
tallada en su lengua bífida.

Programación

Entre sueños en bucle,
esperanzas en condicional
y anhelos que cumplen con su función
la vida programa su código
con los métodos que vamos aprendiendo.
 
Hay que entender su lenguaje
procesando sus datos
para así poder desestructurar
la clausura en la que caemos
cuando no nos definimos.

Arrogancia

Enfundarse la arrogancia
solo sirve como escudo
frente a aquellos enemigos
que brotan de las entrañas.
 
Jactarse de la ignorancia
solo vale para erguirse
ante esos ojos ciegos
que creen mirarlo todo.
 
Empaparse de petulancia
solo contribuye a hundirse
en las manos movedizas
de aplausos aduladores.

Rabia

Cuesta mirar de frente a la rabia,
sentarse con ella a charlar,
mirarse con ella al espejo,
aprender a que te haga llorar.
 
Duele sentirla brotar en las entrañas,
notar cómo asalta las venas,
escucharla trepar por la garganta,
permitirle adentrarse en el discurso.
 
Hay que ayudarla a que obre
y se lleve consigo el cieno
que las horas han acumulado
en pechos huérfanos de cariño.