Solo nos percatamos de la existencia de
bisagras cuando emiten un chirrido molesto o cuando nos pillamos los dedos con
ellas. Si no hay problemas, si funcionan, se vuelven invisibles mientras se
encargan de cargar y regular el peso de los elementos en transición a los que
están inexorablemente unidos. La falta de fluidez en su movimiento o el
inconsistente encaje de sus piezas son llamadas de atención tan útiles
puntualmente como vanas pasado un tiempo. El largo plazo no tiene bisagras porque
es una bisagra en sí mismo. Es la más trabajadora, consistente, tenaz,
silenciosa, discreta y sufrida conjunción que existe, conformada a base de
manos, palabras, abrazos, lágrimas, dientes apretados, toses, temblores de frío
y cabezas gachas para soportar los bruscos vaivenes a los que vive abocado el
inabarcable peso de nuestra existencia.
Poemas y relatos publicados semanalmente. Puedes ponerte en contacto conmigo escribiendo a mighergar@gmail.com
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viernes, 30 de mayo de 2014
lunes, 26 de mayo de 2014
Noches gemelas
Mientras los viejos edificios son
derruidos por vendavales de aire fresco y sus restos se depositan sobre sus podridos cimientos, yo
solo puedo recordar aquella noche, gemela de esta, en la que ese impulso que
acabé por marchitar te empujó a acordarte de mí.
viernes, 23 de mayo de 2014
Kilómetros
Un reguero de kilómetros se iba
derramando tras ellos, trazando las líneas de un pentagrama perpendicular,
oblicuo, tensado e intermitente, aunque altamente preciso. La intersección de
dos mundos tan reales como ficticios conformaba una informe marejada eólica en
la que eclosionaban pensamientos y recuerdos. Mientras tanto, sin apenas darse
cuenta, estaban tejiendo los irrompibles eslabones de sus vidas.
lunes, 12 de mayo de 2014
Deletreando el asco
Mi
mano siente pero no lo siente. Mi pecho descifra la circunstancia sin
comprender el contexto. Mis ojos se arrepienten mientras los dientes rebañan un
vacío atragantado. Mis pies me anclan a un tobogán inevitable. Mis oídos
intuyen cientos de voces jaleando el desastre sin la instintiva ignorancia con
la que yo, al menos, podré intentar protegerme.
viernes, 9 de mayo de 2014
Redil
Están en esa edad en la que una rebeldía
de origen desconocido comienza a pasearse por su sangre y les empuja a querer
diferenciarse, a copiar elementos de otros individuos para hacer con ellos una
mezcla única con la que definirse e identificarse. Se mueven en grupo porque
las circunstancias suponen un redil infranqueable, y nunca imaginarían que esa
colectividad impuesta sería la que les otorgaría una importancia inesperada.
Solos, solas, nada habrían sido, pero eso a la desgracia no le importa, porque
salta de un cuerpo a otro para recordarles que, a pesar de lo que piense el
mundo que les observa, seguirán siendo nada para siempre.
lunes, 5 de mayo de 2014
Generación Subway
Los que hace unos años salimos de
pequeñas ciudades en las que apenas había unas líneas de autobuses urbanos y
nos encontramos de lleno con grandes ciudades en las que el suburbano era un
compañero imprescindible pertenecemos inevitablemente a la Generación Subway. A
la Generación Metro. A la Generación U-Bahn. A ese grupo de gente que soñaba
con que la boca de metro de la estación de llegada nos exhalara con tanta
fuerza como para incrustarnos en el destino anhelado.
Con el tiempo
descubrimos que no nos exhaló, ni siquiera nos escupió ni se molestó en
vomitarnos. La boca de metro era un elemento más del entorno adornado
constantemente por voraces cambios a su alrededor, pero que era tan pétreo como
las escaleras por las que nos sumergíamos en sus desalmados intestinos. (Continuará.)
viernes, 2 de mayo de 2014
Indolentes
Somos indolentes porque el reto se
termina al cruzar la línea. Participar colma nuestra ambición hasta sedarla.
Conocemos contrariedades, no problemas. Siempre hemos vivido en el medio del
cuadrilátero, sin haber necesitado jamás apoyar los hombros en las cuerdas. El
olvido es para nosotros un ejercicio automático que no supone ningún esfuerzo.
Nadie nos ha enseñado a distinguir el sabor de los logros. Somos tan indolentes
que ni siquiera nos esforzamos por alcanzar la desidia.
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