Portazos que rasgan la piel
que nos protege de la desidia.
Suelos torcidos donde el paso firme
termina por claudicar mareado.
Latigazos escupidos por respuestas indolentes
que laceran la armadura donde pasamos las noches.
Insomnios regurgitados en bocas mudas
llenas de gritos y susurros perdidos en universos líquidos.
que nos protege de la desidia.
Suelos torcidos donde el paso firme
termina por claudicar mareado.
que laceran la armadura donde pasamos las noches.
Insomnios regurgitados en bocas mudas
llenas de gritos y susurros perdidos en universos líquidos.