pero digerir tu
propia vida
es mucho más
difícil.
Tanto que crees
necesario
dosificar la
respiración de otro modo
hasta encontrar
la receta adecuada.
Ingredientes que
no mezclan,
masas que no cuajan,
latidos que
saben amargo.
La bañera de un
hotel
es el mejor
recipiente
donde cocer a fuego
lento la redención.
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