llenas de vejez
tallada
por el ebanista
implacable.
Suelo
imperturbable,
testigo de
múltiples caídas
en las que nadie
llegó a rozarle.
Cuerdas despiadadas
atadas a un pozo
sin fondo
sediento de más
desgracias.
Esperanza fértil
dispuesta a
brotar inconsciente
en campos de
tierra quemada.
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