No hay nada más horripilante que ver la
luz de la verdad disipar las catacumbas. Lejos de su oscura protección, la
aterradora cara de la traición se nos muestra con toda su sinceridad, hasta que
llegamos a desear no haber abandonado nunca los inhóspitos túneles en los que
nos ocultábamos cuando nos quejábamos de unas mentiras a las que, en el fondo, nos
aferrábamos en busca de una pretenciosa comodidad.
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