viernes, 25 de diciembre de 2015

Santa

Se sienta cansado pero satisfecho. Apenas entra por su ventana un destello de luz casi horizontal, lo poco que le sobra al sol a estas horas en una zona tan recóndita. Mira la puerta entreabierta de lo que fue su habitación y lleva siendo tanto tiempo un inagotable almacén. Todavía quedan muchísimos regalos, puede estar tranquilo. A pesar de que los niños y los padres cada vez le ayudan menos con su egoísmo voraz, tiene margen para seguir abasteciendo sus demandas. Lo piensa mientras vuelve a mirar su foto, con esa sonrisa que ella también parecía tener retratada permanentemente mientras vivía. No la perdió ni siquiera el día en el que la muerte le impidió seguir el ritmo de su amado. Desde entonces, él se dedica a repartir una vez al año fragmentos de ese montón de regalos que tenían acumulados para dárselos a los hijos que nunca tuvieron. Prefiere que le llamen Papá Noel porque, como le recuerda la lágrima rebelde que se balancea en su mejilla, Santa, la verdadera Santa, era ella. 

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