Sin que pudieran evitarlo, les dolía
cuando la gente hablaba de los correos con semejante ligereza, como si fueran
simples entidades incorpóreas pululando en un estado inorgánico. Después de
tanto esfuerzo, ellos (quizá solo ellos) eran conscientes de la palpable
vigencia de esas cartas tan nuevas.
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