El dolor de cabeza y la ropa tirada de
cualquier manera por el suelo le confirmaron que la noche había existido.
Caminó hacia la cocina, y nada más entrar en ella vio el larguirucho calendario
colgando en la pared. Decidió dejarlo ahí, inerte, porque ya habían pasado
muchos años y el año que viene nunca terminaba de llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario