a mi extensa
colección
de musas prohibidas.
La guardaré con
las demás,
al lado de tantas
cicatrices
que ya no saben
doler.
Escucharé su
silencio
repitiéndome con
dulzura
el eco de su veto
sordo.
Contemplaré mi
desgarro
con la
privilegiada mirada
de quien recuerda
cada herida.
La estudiaré cada
noche
para no olvidarme
nunca
de volver a errar.
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