Crees ver el valor en tus palabras, en
tu suficiencia, en el descolgarse de tu mirada a través de mi cuerpo, ese que
supones, solo supones, conocer. Piensas que respiras valor con cada bocanada de
aire turbio que se cuela por tus irregulares inspiraciones y tus desmedidos
jadeos. Sin que nadie te lo discuta ni te lo conceda, te adjudicas el monopolio
del valor empleando el inconsistente parapeto de tu arrogancia. Defines cuanto
te rodea por el valor que para ti tiene. Yo no veo el valor. No lo veo porque lo
llevo dentro.
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