lunes, 17 de febrero de 2014

Piel de mariposa

“Dolor en tus caricias”. No podía quitarse esa frase de la cabeza, ni habría imaginado nunca que la metáfora de esa canción pudiera alcanzar la literalidad. Al verla sentía que era como esos frascos ornamentados con sal de varios colores. Preciosa, sí, pero cualquier roce acabaría por romperla, y el viento se iría llevando ese interior que se deshacía como un mojado terrón del más dulce azúcar. ¿Quién era él para protegerla? ¿Quién era él para liberarla? Él podía ser muchas cosas, pero no era ella. Y ella era mientras iba, poco a poco, dejando de ser.

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