ordenados con
sabia espontaneidad
en un depósito
flexible
de escalones,
tropiezos y sabiduría
mezclados con
desatino
hasta convertirse
en féretro.
Los días raspan
en silencio
el suelo que se
hartó de sujetarnos.
Mientras creemos
que caminamos firmes
ellos van limando
el sendero
para conducirnos
de su mano
a la tierra donde
por fin seremos nosotros.
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