por las garras de
una bruja
incapaz de
comprender una sonrisa.
El mar abrió su
puerta de atrás
para desembocar
en la ciénaga
donde no hay
espacio para el arrepentimiento.
Mientras tanto,
ellos nadan como
salmones tristes
tratando de
enfrentarse a una corriente
tan despiadada
como incansable.
Cuando la meta es
la eternidad
da igual no tener
oxígeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario