secundando con
nuestra inocencia
las crueles
cargas de los culpables.
Mientras el fuego
llovía tan lejos
nosotros nos
cobijamos
en el refugio que
ellos nunca tuvieron.
Las sirenas se
quejaban de noche
cuando hasta los
niños sabían
que esa sería su
canción de cuna.
Ahora el recuerdo
nos bombardea,
pero es muy
pronto para la resurrección
y demasiado tarde
para el perdón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario