sábado, 1 de agosto de 2015

Godiva


La dama cabalga vestida con su castidad
mientras la observan despistados
ojos que están pendientes del sonido grisáceo
que sabe a góspel saturado
entre lluvia intermitente.

El verde recupera su nombre
en el mismo lugar imprevisto
donde una pataleta suicida
provoca un giro inesperado
en la rotación de los tiempos.

Todo ocurre un silencio antes,
un recuerdo antes,
una risa antes.
El presente se anticipa
a la carga tras la espalda.

1 comentario:

  1. Ya no quedan damas, y castas mucho menos.
    Todas extintas. Lo siento.

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