Dicen que todos tenemos una parte de
nosotros que de repente se rebela porque asegura que necesita aire y empieza a
robarnos oxígeno del cerebro. Una mitad que una noche, sin saber muy bien por
qué ni por qué en ese momento, se planta sin negociación previa obligando a
cargar todo el peso del futuro sobre aquello que todavía se muestra fiel a
nuestras intenciones. Siempre pensé que yo nunca llegaría a sentir esa
revolución en mi ser, porque creo que ni la he instigado ni la he merecido
jamás, pero cuando os veo mirar mi cuerpo yaciendo casi inerte en esta cama,
con una bomba de tristeza y rabia reventando a través de vuestras caras, me doy
cuenta de que, efectivamente, yo también tengo un lado salvaje.
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