Cada
vez que mira la fotografía
el sol vuelve a despeñarse por el acantilado.
Siempre sonriente,
abstrayéndose de ese alrededor
que acabó por vetarle el aire.
Ahora
no sabe dónde situarse.
Es inmenso el vacío
en el marco de su ausencia.
Retrato inmortal
de un dolor imperecedero.
el sol vuelve a despeñarse por el acantilado.
Siempre sonriente,
abstrayéndose de ese alrededor
que acabó por vetarle el aire.
Es inmenso el vacío
en el marco de su ausencia.
Retrato inmortal
de un dolor imperecedero.
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