Límites
que vuelan
hasta formar horcas en el cielo
que intentan acariciar el cuello
de quienes creyeron que gritaban
a la cara del firmamento.
La
lluvia los devuelve sucios,
tiznados de un fracaso frío
que se aferra con emponzoñadas uñas
al lento caminar de las esperanzas
perdidas en encrucijadas de espejismos.
hasta formar horcas en el cielo
que intentan acariciar el cuello
de quienes creyeron que gritaban
a la cara del firmamento.
tiznados de un fracaso frío
que se aferra con emponzoñadas uñas
al lento caminar de las esperanzas
perdidas en encrucijadas de espejismos.
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