¿Y quién sabe
cuándo?
¿Y quién es dueño
de este adiós?
¿O acaso debemos
compartirlo
aunque no
tengamos claro
cuánto dolor
hemos de repartirnos?
¿Deberíamos dejar
que se marchitara
tan lentamente
como los harán nuestros recuerdos
hasta convertirse
en la tierra
que sepultará lo
que hemos sido?
Si las tienes,
envíame las
respuestas sin acuse de recibo.
Y, ahora, adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario