las fronteras de
Babilonia
construyendo resplandecientes
muros
donde el reflejo
de nuestros egos
nos deslumbraba
impunemente.
Ahora tratamos de
escalar
dejando
kilómetros de piel
en sus
resbaladizas paredes.
El suelo y la
vergüenza
siempre tienen
sus brazos abiertos.
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