El tren que pasaba una sola vez en la
vida se le volvió a aparecer en la dirección contraria. Se lanzó sin pensar
hacia él y consiguió colarse en uno de sus vacíos vagones. Cuando se presentó
el revisor, tanteó sus bolsillos y apenas encontró una vieja foto fracturada.
Tuvo suerte. Era el único billete válido para ese trayecto.
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