Tu mirada es un rompeolas curtido de
mimbre y paciencia
al que corre a zambullirse el viento
despavorido.
Eres cobijo acurrucado entre dos férreas
paredes,
paridoras de un rincón
templado de exuberancia.
Se bambolea entre tus raíces una cinta
de optimismo
donde empaca la virtud su cosecha más
cobriza.
Brotan de tu sombra alhelíes generosos,
herederos de un imperio
soberano en elegancia.
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