Sin que merezca demasiado la pena
plantearse por qué, a veces la paradoja se manifiesta con una vehemencia
sorprendente. Las esperanzas que apenas comienzan a germinar observan
cautelosas cómo no muy lejos de allí los muros de los mitos son impíamente demolidos
por martilleantes errores clamorosos. Las razones, las circunstancias, las
consecuencias y las culpas se pelean por rapiñar lo poco que casi siempre queda
entre los escombros. Acepto los golpes de timón, las reflexiones, la
desesperación y el olvido, pero nada más que eso. La vida no es nueva ni vieja. Y solo es mía.
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