Llevaba un rato caminando cuando empezó
a notar que iba dejando tras de sí un reguero de fragmentos de un material
similar al de su propia anatomía. Inquieto, y algo aterrado, optó por frenarse y
darse la vuelta para recogerlos, con el fin de recomponer aquello que se
estuviera despedazando. Sin embargo, cuando llegó a verlos más de cerca decidió
retomar la senda inicial. Solo una mirada segura es capaz de distinguir los
trozos de las cáscaras.
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