Llevaba un buen rato
charlando con ella y sabía que no se iba a atrever a preguntarle por el rasgo
en el que todos se fijaban.
—¿Sabes por qué llevo
un parche en el ojo?
—Pues… no. O sea, sí.
Vamos, lo supongo.
—No es por eso. A todos
nos toca ver cada día muchas cosas que nos disgustan, nos apenan y nos hacen
enfadar. Con unos ojos tan claros y limpios como los tuyos todas esas cosas se acaban filtrando hacia dentro. Lo que yo llevo aquí es una trampa para evitar
que se cuelen en mis entrañas.
Al volver a mirarle a los ojos ella advirtió el guiño
tras el trozo de tela negra.
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