miércoles, 11 de septiembre de 2013

El futuro del libro y del escritor

Si algo nos ha enseñado este comienzo de siglo es que al futuro se llega a través de un presente continuo vertiginoso que marca la brecha con el pasado en períodos cada vez más cortos. La literatura no es ajena a esa permanente adaptación al entorno, al igual que no lo son otros canales como la televisión, la radio, el cine, la música o los videojuegos. Como las dificultades genéricas de estos sectores tienen bastante en común con las del sector editorial (piratería, crisis económica, cambio en los hábitos de consumo,…), puede que comparar los avances en su evolución sirva de referencia para intuir cuáles deberían ser los siguientes pasos que la industria editorial podría dar si quiere mantener una buena posición en los próximos años.
La televisión ya no es un medio tan predominante, pero sigue manteniendo grandes cifras de seguimiento cuando ofrece contenidos exclusivos atrayentes, sean estos series de renombre o espectáculos deportivos. Al mismo tiempo la diversificación de cadenas ha demostrado que existen temáticas específicas con un buen número de seguidores. La radio mantiene la fidelidad de un público que busca contenidos propios del canal tales como radio-fórmulas, tertulias o retransmisiones deportivas. La industria del cine ha sabido manejar inmejorablemente las virtudes de una buena promoción de los productos ofrecidos, mientas que la musical ha encontrado en la interacción con los artistas la manera de suplir la profunda caída de ventas de discos. Por su parte, los fabricantes de videojuegos han entendido que no debían ceñirse exclusivamente a las mejoras técnicas y han mejorado la promoción y los contenidos de los juegos para aportar una mayor sensación de interacción a los compradores.
Encontramos listadas aquí algunas características que escritores y editoriales deberían tener en cuenta para mantenerse a flote ante el cambio de tendencias del consumo cultural: aportar contenidos mayoritarios de calidad y, al mismo tiempo, saber encontrar un hueco viable para la diversidad temática; ofrecer productos en los que se manifieste la valía exclusiva de la obra literaria; dar mayor importancia a la promoción y a la interacción directa entre público y artistas y, finalmente, primar el papel del lector destacando su interacción como agente activo durante la lectura.
Por supuesto, por encima de todas estas coordenadas formales ha de estar la calidad del contenido, puesto que ahora y siempre el objetivo de todo escritor es que sus obras dejen en sus lectores una impronta imborrable, como sucedía al final de "Fahrenheit 451", independientemente del canal empleado para leerlas.

(Publicada inicialmente en el blog de los talleres online de Playa de Ákaba) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario