Fango

Las paredes rasgan
los últimos contrapesos que cuelgan de mí.
Siento mi cuerpo caer
sobre un mullido colchón de desgracias.
 
Dejo que vuelen
las últimas opciones de dar luz a mi niebla.
Hundo los pies
en caminos labrados de suave fango.
 
Las noches lanzan
convincentes susurros teñidos de inconsciencia.
Extiendo los brazos
para dejar que se escurran las últimas gotas de cordura.

Precipicio

La modernidad por donde se filtran
las grietas en las que se hunde la ilusión
te espera riendo, se acerca silente
a tatuar su desdicha en el fondo de tu mirar.
 
Cada vez más años colgando
encima de la balanza rota
a la que se aferra la voluntad.
 
Sigues caminando inconsciente
sobre senderos de lava
en los que se evapora la intención.
 
El precipicio que acuna
la última esperanza durmiente
te lanza un último guiño
antes de empaparte de ansiedad.
 
Pasos huérfanos de la brújula
por la que apostaste todo
lo que hacía respirar.
 
El vacío te seduce
al prometerte al oído
una abstracta libertad.

Postre

Cuando los pasos saben distinto, aunque el camino sea el mismo,
es la nostalgia quien ha cocinado el guiso con el que cenar
alrededor de la mesa vacía del pasado, esperando al postre agridulce
que los años hornean al calor de los recuerdos que se desvanecen.
 
Cuando los rostros parecen iguales, pese a que se estén derrumbando,
es el presente envidioso quien juega a vestirse de gemelo de sí mismo
intentando hacernos creer que vivimos en ayeres imposibles
donde la hiel se evaporó tras la tormenta de gozo.

Escaras

Cuando el olvido deja de hacer su parte
y te llena de motivos para buscar el destino en el suelo,
no queda sino batirte en duelo contra los añicos que rasgan tu vida
hasta poder darles la forma de un puente hacia la libertad.
 
Cuando la desidia te borra el paso siguiente
y te seduce para abrazarte a ella sin avanzar
no hay más solución que envenenarla con dulce esperanza
hasta que se disuelva en un invisible charco de hiel.
 
Cuando el peso del vacío te llena de escaras los hombros
y te empuja hacia un silencio del que no quieres volver,
no existe otra salida más que aliarte con la rabia
hasta poder charlar con ella con toda naturalidad.

Esculpir

Esposado a un rencor invisible,
divorciado del sentido común,
me arrastro tras oasis de nubes.
Me arden las manos
cuando intento esculpir la realidad
que termina resbalando por mi rabia.
 
Conectado a una respuesta inexistente,
alojado en caminos emborronados
donde cada pisada es un paso atrás.
Me grita la conciencia
pidiendo cuentas por actos ajenos
de los que no consigo escarmentar.

Cieno

La ceniza del olvido
va lloviendo entre tus ojos
mientras la carga del recuerdo
se queda trabada en un instante
roto y pisoteado.
 
El barro de la esperanza
no se amolda a tus pasos
e impregna de inconsistencia
al camino atropellado
por un velo de desorden.
 
El cieno del horizonte
sigue arañando tus fuerzas
hasta llenar de incertidumbre
el vacío en el que el ayer y el mañana
han secuestrado al presente.

Hieratismo

Cuando el insomnio se acerque vertiginoso,
dispuesto a atropellarte, sin el freno de la conciencia,
quizá sea mejor dejarse traspasar
hasta empaparse de redención.
 
La mirada sentirá cierto pudor inicial,
incluso asqueada por la figura del remordimiento,
pero llegará la desazón a llevarse sus añicos
con su siempre silencioso hieratismo.

Terraza

Lanzamos una carta por la terraza del abismo
y nos devolvió un dorso decepcionado.
Bailamos para espantarlo,
pero solo conseguimos atraerlo aún más.
La magia estaba de baja aquella noche,
pues no vino a consolar nuestros párpados.
 
Hasta que la música sonó más alta
para hacernos recordar que tenemos huesos,
carne y sangre para movernos,
cerebro para levantarnos,
aire con el que transferir risas
y miradas para vernos más fuertes.

Senda

La intuición se escurre
entre las piezas de un pasado roto
a las que hay que evitar con tiento
para no rasgar los pasos
que están por llegar. 

La magia cose
el destino que aún no ha llegado
con hilo extraído
de las heridas secas
que nos hicieron olvidar.
 
La senda sigue
hacia lugares que no conocimos
bañados de espera,
preguntas y dudas
que la perseverancia borrará.  

Lealtad

Cuando la mano del destino te retuerce
hasta exprimirte lo que queda de lealtad
apenas resta arrastrarse hacia la orilla
donde al menos poder ahogarte en paz.
 
Cuando el martillo de la suerte te golpea
hasta quebrar la vasija donde guardas
las cenizas de un próspero pasado
solo queda sacudirse y caminar.
 
Cuando el aliento de la desdicha te grita
hasta envolverte en una luz de desazón
la única cura es mirar hacia delante
para encontrar la puerta donde aguarda la verdad.