Somos paredes horadadas,
forzadas a reconstruirse sin brazos suficientes.
Sucumbidas ante la debilidad de los ladrillos
roídos por las falsas esperanzas.
El rocío de los días siguientes
va supurando por nuestras grietas quejumbrosas
hasta anegar inútilmente
los pastos de rebeldía.
Con nuestro afán traicionero
apenas logramos alzar
proyectos de ruinas perpetuas
donde cobijarnos frente a la deriva.
forzadas a reconstruirse sin brazos suficientes.
Sucumbidas ante la debilidad de los ladrillos
roídos por las falsas esperanzas.
va supurando por nuestras grietas quejumbrosas
hasta anegar inútilmente
los pastos de rebeldía.
apenas logramos alzar
proyectos de ruinas perpetuas
donde cobijarnos frente a la deriva.