Los remordimientos se deslizan
arañando las sordas paredes
de los intestinos de marfil
donde se digieren las historias
que las bocas más insolentes
no se atreven a contar.
donde se digieren las historias
que las bocas más insolentes
no se atreven a contar.
Llegarán pronto al depósito
en el que esperan mil heridas
para encontrar su lugar
entre pieles hechas trizas
por la mano del silencio
siempre dispuesta a sentenciar.
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