o el graznido
doliente de un cuervo redentor.
El mensaje podría
ser cobrizo, púrpura o invisible
y seguiría aportando
el mismo alimento.
No permitamos que
las portadas
secuestren
nuestros impulsos
ni decidan
nuestros silencios.
Hablemos con
versos daltónicos si es necesario.
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