Potestad

Concédeme la potestad de llenar mis manos
con los fríos charcos donde nadan mis ruinas
y verterlos sobre mi pecho
para alimentar las ascuas
de pasiones mortecinas.
 
Aplícame la prebenda para esculpir mis pasos
con el filo infranqueable de mi desaliento
y rasgar las nieblas
donde escondí ufano
mis pérdidas suicidas.
 
Otórgame la excepción que enturbie mis ojos
con la tibia claridad de mis mañanas
y tender las rabias
de sogas infinitas
hasta tejer justicia.

Inventario

Inventario de gestos perdidos,
de luces quejumbrosas,
de recuerdos pervertidos,
de disculpas brumosas,
de reproches extraviados,
de tormentas distraídas.
 
Trastero de penas mohosas,
de gritos guardados,
de secretos punzantes,
de dolores pospuestos,
de impulsos cobardes,
de alientos exhaustos.
 
Contenedor de lluvias fugaces,
de tardes dormidas,
de otoños inertes,
de nostalgias cortantes,
de filos baldíos,
de esperas perennes.

As

Ginebra fría y humo.
Sentirte un as aplastado por la baraja
que espera su turno para ganar la partida
hasta que las luces se apagan
y te encuentras dormido sobre el tapete.
 
Astronauta de espacios inmundos.
Soñar que algún día tu traje reluzca
con la fuerza suficiente para aplacar
el brillo perenne de las estrellas
y la viperina lengua del demonio.

Borbotones

El otoño pide
agua que le alivie
el ardor de la tierra
y el dolor de las pisadas
que no llevan a ninguna parte.
 
Pide días más cortos
para que las noches escondan
lo que no hemos alcanzado
durante los días de bruma
que nublan los propósitos.
 
Pide correr al frío
que nos hiele la sangre
y nos impida gritar a borbotones
para purgar la desgana
que nos arrulla.

Pasto

El trazo que dibuja los grilletes opacados
nos ata sin pensarlo a postes de desidia.
La mano que siembra atajos desmadejados
no logra convencernos
para asaltar la ambición.
 
La lluvia que anega el pasto adormecido
forra de óxido al terco malestar.
El aliento que seca barros orgullosos
no consigue despegarnos
de la ficticia realidad.

Lápida

Enterré en los jardines
las púas que rasgaban las cortinas de humo,
los cristales rotos de escaparates invisibles
y las cajas donde flotaban los remordimientos.
 
Les puse una lápida
donde escribí el epitafio para la luna llena,
para tantos afanes que mató el olvido,
para muchas promesas hechas sin querer.
 
Lancé un ramo de flores
que sirviera de suelo a cuervos voraces,
de colchón a gusanos impasibles,
de refugio a ánimas desorientadas.

Barandilla

Barandilla de espinas
que nos separa de espejos ondulantes
rotos por una sutil pedrada
que nos impulsa a hundirnos en el infinito.
 
Puente de aceite
que nos desliza hacia orillas huidizas
pavimentadas con barro
que nunca tomará la forma exacta de la realidad.
 
Caminos de aire
que nos zarandean con vientos caprichosos
guiados por cometas
que morirán trepanadas por ramas marchitas.

Deformes

Adictos a hogueras que no purifican.
Esclavos de leyes que alguien trampeó.
Colgados de sueños paridos deformes.
Parientes de silencios a punto de estallar.
 
Empleados de nubes que huyen efímeras.
Aspirantes a abismos sin definir.
Tutores de odios muy bien educados.
Dueños de verdades sin moldear.
 
Dependientes de instintos desubicados.
Poseedores de vacíos bien amueblados.
Creadores de obras que nadie visita.
Compradores de anhelos desmadejados.

Biblioteca

Recogerás a toda prisa
los frutos de un imperio
que te desangró
para libar de tu mente
las sobras de una traición
cocinada a fuego lento.
 
Correrás a esconderlos
en la desvencijada biblioteca
donde se llenan de moho
las frases que te arrepentiste de decir
junto a los restos de aquellas
que no supieron escalar por tu garganta.

Vertedero

La vileza de la mugre
nos ayuda a tejer
capas con las que escondernos
de la furia pertinaz
del remordimiento.
 
Nada habrá que nos permita
sepultarla para siempre
bajo el férreo vertedero
donde duermen sin reparos
nuestros odios caducados.