Hostigado hasta dejarme arrastrar por el oleaje.
Acribillado por los pedazos punzantes de mi fe.
Masticado entre las fauces de un destino informe.
Expulsado de mil paraísos a los que nunca aspiré.
Desgarrado sin escrúpulos por cada luz del alba.
Vestido con las sobras de esperanzas obsoletas.
Domesticado frente a promesas sugerentemente vacuas.
Olvidado ante las preferencias del ruido perpetuo.
Acribillado por los pedazos punzantes de mi fe.
Masticado entre las fauces de un destino informe.
Expulsado de mil paraísos a los que nunca aspiré.
Vestido con las sobras de esperanzas obsoletas.
Domesticado frente a promesas sugerentemente vacuas.
Olvidado ante las preferencias del ruido perpetuo.
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