Los
monstruos tienen una salud de hierro.
Se alimentan de los restos de vida
que se acumulan en los resquicios
que se forman bajo las grietas
talladas por nuestra inconsciencia.
Por
eso vencen siempre,
porque saben que su rival
somos nosotros mismos
y exponemos nuestras debilidades
en las miradas nocturnas al techo.
La
batalla está perdida
desde el momento en el que nos debatimos
entre pelear o asumir,
entre renegar o convivir,
sin percatarnos de que el proceso es el mismo.
Se alimentan de los restos de vida
que se acumulan en los resquicios
que se forman bajo las grietas
talladas por nuestra inconsciencia.
porque saben que su rival
somos nosotros mismos
y exponemos nuestras debilidades
en las miradas nocturnas al techo.
desde el momento en el que nos debatimos
entre pelear o asumir,
entre renegar o convivir,
sin percatarnos de que el proceso es el mismo.
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