La ciudad blanca se sigue sentando al sol
porque sabe que aunque quema también
alumbra.
Conoce el idioma que gesta la boca
cuando se ha mordido tantas veces el
polvo.
Comparte el orgullo de haber merecido
la victoria contra las ruinas
mientras hace oídos sordos
a las blasfemias del pasado.
La ciudad blanca mira hacia delante:
un ojo es la fortaleza, el otro la ceguera.
un ojo es la fortaleza, el otro la ceguera.
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