Recuerdos
que se funden entre estaciones,
de
guion el calendario para no improvisar.
Pasado
el fuego, es tiempo de cosechar calor
hasta
adaptar nuestra luz a un brillo traicionero.
Vendimiar
experiencia apretando la almohada.
Voces
más altas que otras trepan por la garganta.
Grabar
escenas que van desde la comedia al drama.
Secuencias
para llevar a los ojos amarradas.
Tener
el mundo a nuestros pies y acariciarlo a patadas.
Retrovisores
que nos enseñan la dirección acertada.
Ya
sea en un tren que no ve la mañana
o
en otro que va al fin de las montañas,
poner
el despertador a la hora del futuro,
ser
el presente sin que nos despierten.
Medios
que comunican el ansia y el alma,
sueños
que se visten con fe y con casta.
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