Estrella
brillando por encima de lo humano,
leona
blanca que pelea con zarpazos de cordura,
los
sueños te buscan en mitad de la noche,
cuando
solo tu sonrisa puede darles abrigo.
Teñiste
mi mirada de belleza
hasta
que la torpeza envidiosa sepultó mis ojos
con
el fango de la involuntaria inconsciencia
contra
la que mi alma se revuelve malherida.
Siempre
quedará un rastro del alba
en
el candor de esa mirada tan clara,
afanosa
por encontrar el cariño
negado
por silencios desagradecidos.
Sirena
del sol naciente,
bondad
divinamente moldeada,
besaste
cada hueco de mi alma
hasta
hacerme comprender qué es ser valiente.
Ahogado
en la penumbra del recuerdo
como
una frágil pantera desbocada,
anhelo
volver ser ese cartero
que
enviaba las sonrisas a tu cara.
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